SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ -Lia Viñas
Sor Juana Inés de la Cruz
Juana Inés de Asbaje y
Ramírez de Santillana, más conocida como sor Juana Inés de la Cruz, nació en
México, en 1651. Fue una monja de la
Orden de San Jerónimo y escritora novohispana del Siglo de Oro de la literatura
española que dio mucho de qué hablar en su tiempo y perteneció a la corte
de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y 25º Virrey novohispano.
Fundamentalmente
cultivó la lírica del barroco español en su etapa tardía, el auto sacramental,
el teatro, y la prosa. Durante sus años de religiosa tuvo la oportunidad de
escribir música, poesía, obras teatrales y hasta realizó experimentos
científicos.
Muchos de
sus escritos invitaban a la reflexión sobre la religión, y algunos le
comportaron serios problemas, pues en aquella época se consideraba que
reflexionar sobre este tipo de asuntos era un trabajo casi exclusivo para los
hombres religiosos.
Gracias a
Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche, se conoce la obra que sor
Juana tenía inédita cuando fue condenada a destruir sus escritos ya que él la
publicó en España. De hecho, que sor Juana Inés insistiera en seguir
escribiendo y reflexionando, a pesar de todas las críticas y amenazas, es la
causa principal de que aún la recordemos en nuestros días, ya que abrió paso a
muchas mujeres en el camino de la literatura y la filosofía. En este sentido,
son muy conocidos aquellos versos suyos que dicen: “Hombres necios que acusáis
/ a la mujer sin razón, / sin ver que sois la ocasión / de lo mismo que culpáis”. Seguramente hoy podríamos considerar un gesto feminista este tipo de
declaraciones que, lógicamente, eran del todo revolucionarias en la época de
sor Juana Inés.
Sor Juana
Inés aprendió a leer y a escribir a los 3 años, y es por eso que se la
consideraba una niña muy inteligente, un caso prodigio, ya que la mayoría de
los niños lograban ambas cosas pasados los 5 años, y en aquella época muchos no
llegaban ni a conseguirlo. Era una niña activa y curiosa, y para la época no se
esperaba que una niña cuestionara tantas cosas e ingresara en un convento, pero
Juana Inés lo hizo.
Como en
aquella época te casabas por conveniencia y no por amor, Juana Inés, que era
una niña inteligente, prefirió quedarse en un convento para no casarse sin
estar enamorada y así seguir estudiando. Eso le abrió muchas puertas y esta gran
decisión le permitió continuar sus estudios en vez de tener que estar en casa
como era lo habitual en las mujeres de la época, que solo recibían una
educación básica y no podían estudiar más allá de esta educación.
Pero
luchar sola contra tantas personas la entristeció y desanimó bastante. Es por
eso que ante tantas críticas se rindió, vendió todos sus libros y dio el dinero
que obtuvo a los más pobres para dedicarse, el resto de sus días, a las tareas
más propias de una monja.
Finalmente,
sor Juana Inés de la Cruz murió enferma de peste en Ciudad de México, en el año
1695. Uno de los mejores estudios que existen sobre ella y sobre su obra fue
escrito por el gran poeta mexicano Octavio Paz, y se titula: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de
la fe.
Obras
A
nivel dramático, sus obras más conocidas
fueron La segunda Celestina, Los empeños
de una casa y Amor es más laberinto. También compuso autos sacramentales
como El divino Narciso, El cetro de José
y El mártir del sacramento. En cuanto a la lírica, compuso Poesía amorosa, Primero sueño, La intuición, La fantasía a partir del De Ánima de Aristóteles. También
escribió Neptuno alegórico.
Los empeños de una casa
es una de las piezas dramáticas de la producción literaria de sor Juana Inés de
la Cruz. Se representó por primera vez el 4 de octubre de 1683. La historia gira en torno a dos parejas que se aman pero
que, por azares del destino, no pueden estar juntos aún. Esta comedia de
enredos es una de las obras más destacadas de la literatura hispanoamericana
tardo barroca y una de sus características más peculiares es la mujer como eje
conductor de la historia: un personaje fuerte y decidido que expresa los
anhelos de frustración de la monja. Doña Leonor, la protagonista, encaja perfectamente
en este arquetipo. Es considerada como la cumbre de la obra en verso de sor
Juana e incluso de toda la literatura novohispana.
Fragmento
Mira si con estas prendas,
con otras más que
te callo,
quedaría, en la
más cuerda,
defensa para el
recato.
En fin, yo le amé;
no quiero
cansar tu atención
contando
de mi temerario
empeño
la historia caso
por caso;
pues tu discreción
no ignora
de empeños
enamorados,
que es su
ordinario principio
desasosiego y
cuidado,
su medio, lances y
riesgos,
su fin, tragedias
o agravios.
Creció el amor en
los dos
recíproco y
deseando
que nuestra feliz
unión
lograda en tálamo
casto
confirmase de
Himeneo
el indisoluble lazo;
y porque acaso mi
padre,
que ya para darme
estado
andaba entre mis
amantes
los méritos
regulando,
atento a otras
conveniencias
no nos fuese de
embarazo,
dispusimos esta
noche
la fuga, y
atropellando
el cariño de mi
padre,
y de mi honor el
recato,
salí a la calle, y
apenas
daba los primeros
pasos
entre cobardes
recelos
de mi desdicha,
fïando
la una mano a las
basquiñas
y a mi manto la
otra mano,
cuando a nosotros
resueltos
llegaron dos
embozados.
Lia Viñas
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